By Alberto Jiménez Ávila
Hoy te soñé, soñé que me dabas la mano,
Ven no tengas miedo, te quiero ayudar.
Te mire sin contestar, observe tu rostro, se me hacia familiar,
Pero no te recordaba y eso me hacia dudar.
¿“Quien será”?, ¿la he visto antes?, no te podía recordar,
Ahí estaba yo, sentado en un lugar que parecía un desierto
Sin atreverme a contestar.
Estaba confundido, vestido como un vagabundo,
Sucio y sin haberme bañado, olía muy mal.
¿Que hago aquí?, ¿quién soy?, quien es esta mujer que me quiere ayudar.
¿Acaso estoy perdido?, no puede ser, no he salido de mi casa
Y esto no puede ser real.
Aun seguías ahí parada frente a mí,
Me sonreías y con tus manos extendidas me decías ven,
No puedes seguir aquí.
Levántate y ven conmigo, yo te voy a cuidar,
¿Ah?, ¿eres tu?, me acorde de ti,
Se iluminaron mis ojos y al fin te pude contestar.
Extendí mis brazos para tocar tus manos,
Y cuando estaba a punto de alcanzarlas,
Vi con desesperación que se desvanecía tu rostro,
Impotente y sin poder hacer nada me puse a llorar.
El timbre del teléfono hizo que me despertara,
Dándome cuenta de que todo fue un sueño
Y me sentí aliviado de que fue solo eso.
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