martes, 5 de marzo de 2013

EL LÍDER SINDICAL



By Alberto Jiménez Ávila.

-No debemos permitirle al director general que abuse de nuestras necesidades y nos haga trabajar horas extras sin recibir pago alguno Dijo Bracamontes a sus compañeros. Ellos se levantaron de sus asientos y aplaudían con mucho entusiasmo, por fin tenían una persona que se preocupaba por defender sus derechos laborales, en el hotel los hacían trabajar horas extras sobre todo en temporada alta, pero no recibían ninguna retribución monetaria que era lo que ellos esperaban; el hotel lo que hacía era acumularle las horas y cuando ya no había mucho trabajo por ser temporada baja, se las pagaban con descansos.


Eso venía sucediendo desde hacía mucho tiempo, pero como no se ponían de acuerdo ni había nadie que los orientara, no habían protestado ni exigido el pago de las mismas, el líder sindical casi no iba a visitarlos y cuando lo hacía, era porque quería pedirles el apoyo para algún evento político o para  volver a reelegirse. Los delegados sindicales eran afines a sus interés particulares, por eso el delegado sindical por ser de su misma corriente e impuesto por él, siempre buscaba la manera de que los temas más importantes y que tenían que ver con sus necesidades, no se tocaran en las reuniones.


Los delegados sindicales siempre eran los mismos, nadie más de los compañeros se animaba a asumir el puesto argumentando que era mucha responsabilidad y muchas veces solo recibían reproches y hacían enemistades con los compañeros porque creían que estos eran los culpables de su mala situación laboral. Desde luego eso era lo más conveniente para el líder, de esa manera se aprovechaba de la desorganización de sus representados y lo usaba siempre a su favor.


Los que llegaban a ser delegados sindicales, eran siempre animados y apoyados por el líder sindical, los sabia escoger muy bien, aquellos que no sabían absolutamente nada, y que no representaban ningún peligro para su futuro político y sindical, por eso siempre escogía a aquellos que de alguna manera le debían algún favor, aquellos que eran malos empleados y que si no fuera por el apoyo del líder, muy probablemente serian despedidos de sus trabajos.


Al ser insostenible la situación, los trabajadores tomaron la decisión de no volver a escoger a los mismos que ya anteriormente habían sido delegados, para eso decidieron que el próximo delegado tenía que ser una persona que en apariencia fuera favorable a su causa y al menos intentara apoyarlos para que el hotel les pagara sus horas extras. Y fue así que cuando tuvieron su reunión para escoger a su delegado, tomaron la decisión de apoyar a Bracamontes,  el líder sindical estuvo de acuerdo y apoyo esa decisión.


Bracamontes tenía más de quince años laborando en el hotel, durante ese tiempo había visto casi de todo, siempre fue un excelente trabajador, responsable y esmerado con lo que hacía, le molestaba ir a los mitinees tanto políticos como sindicales, pero iba de todos modos, porque si no lo hacía les descontaban un día de salario, y como el sueldo de un empleado de hotel nunca es suficiente, prefería ir que recibir el descuento. No tenía aspiraciones más que las de su trabajo y no representaba ninguna amenaza para el líder y por eso este lo apoyo.


Cuando Bracamontes recibió formalmente el nombramiento de delegado sindical, al principio no sabía qué hacer porque nunca había estado  como representante de nada ni de nadie, sus escasos estudios lo hacían sentir inferior a los demás, apenas si había estudia la primaria y creía que los demás eran mejores y sabían más que él. Para no quedarse atrás y no ser humillado o no saber que decir cuando se realizaran las reuniones sindicales, se puso a leer la Ley Federal del Trabajo.


Todos los días leía la ley como si esta fuera la Biblia, cuando no entendía algún párrafo o artículo, lo consultaba con algún amigo o conocido que supiera más que él,  así fue como llego a conocer la ley más que los abogados que el sindicato contrataba para defender a los compañeros cuando tenían algún despido injustificado. Fue así que ya motivado y decidido a hacer un buen papel, pidió a los directivos del hotel que le proporcionaran una copia del contrato colectivo de trabajo, para saber las obligaciones y derechos que tenían como trabajadores, porque estos eran desconocidos por todos ellos.


Estos contratos le fueron proporcionados  creyendo tanto el líder sindical como los directivos del hotel, que solo era una puntada de alguien que no sabe ni que hacer, porque eso fue lo que creyeron al considerarlo un ignorante, se los entregaron y los leyó. Y al igual que como hizo con la Ley Federal del Trabajo, cuando no entendió, inmediatamente lo consulto con aquellos que si sabían más que él. Así fue como llego a la conclusión de que no solo los estaban engañando con las horas extras, sino que  no les pagaban muchas otras prestaciones a las que tenían derecho y estaban establecidos en el contrato colectivo de trabajo.


Con la información obtenida y la ley en la mano, Bracamontes solicito primero hablar con el líder sindical para informarle sobre su descubrimiento, pero el líder solo le dio largas al asunto diciéndole que no había podido concretar ninguna reunión por exceso de trabajo pero que muy pronto se llevaría a cabo dicha reunión para aclarar todo lo que había descubierto. Pero al ver que no se hacía nada decidió pedir directamente la reunión con los de recursos humanos para exigirles que les pagaran todo lo que por derecho les correspondía.


Pensando que no sabía de lo que hablaba, le dijeron que estaba equivocado y que lo que le pedía no  correspondía a lo que marcaba la ley, pero uno a uno y con fundamento en la la ley, les fue rebatiendo  sus argumentos. Al verse acorralados y sin saber que más decir para que desistiera de exigir sus derechos, los directivos convocaron a una reunión con el líder para tratar el asunto.


La reunión se llevó acabo, el líder sindical no hablo, los únicos que hablaron fueron los directivos del hotel con su representante legal y Bracamontes, delante de sus compañeros, les demostró que  estaban violando el contrato de trabajo que tenían firmado, y fue por eso que los compañeros lo ovacionaron, se dieron cuenta que les habían estado robando descaradamente e impunemente sin que se dieran cuenta de ello. El líder se levantó y felicito a Bracamontes, delante de los compañeros le dijo que siguiera así, defendiendo siempre los interese de sus compañeros, “porque lo que necesitamos en México es gente como tú, progresista y coadyuvante del progreso de los trabajadores. Los compañeros se emocionaron mucho más, ni ellos ni su líder probablemente sabían lo que significa “Progresista o coadyuvante”, el líder lo había oído en la “tele” y en los mitinees políticos donde suelen hablar con palabras rebuscadas para sentirse muy importantes.


Después de la reunión el líder se despidió de sus representados, diciéndoles que hablaría en privado con los directivos del hotel para solucionar sus problemas. La reunión si se llevó a cabo pero no hablaron de cómo solucionar el problema de los trabajadores, sino como solucionar el problema que ahora también tenía el líder sindical.

-Tienen que buscar la manera de despedir a Bracamontes o nos meterá en un “pedo”, les dijo el líder a los directivos y su representante.

-Tanto a ustedes como a mí nos perjudica que siga aquí, pienso seguir reeligiéndome como líder de la sección, pero si Bracamontes les sigue abriendo los ojos a los compañeros, estos se darán cuenta que yo no hago nada por ellos. Y muy probablemente mis enemigos aprovecharan eso para quitarme el liderazgo.

-Por eso tienen mi consentimiento y mi apoyo total para que hagan lo que quieran para correrlo.


Los directivos ni tardo ni perezoso, comenzaron a planear como correrlo, no iba a ser fácil porque querían correrlo sin pagarle su liquidación, querían encontrar la manera de hacerlo renunciar, así que lo primero que hicieron fue cambiar su turno de trabajo, le dieron un turno quebrado, la mitad de su jornada laboral en la mañana  y la otra en la tarde, pero aguanto sin decir nada. Después hicieron que entrara muy tarde para que su hora de salida fuera a las dos de la mañana, pero no pasó nada, porque al salir se quedaba a dormir en el estacionamiento y se iba al amanecer para tomar el camión a su casa, y mientras ellos hacían sus estrategias él más arremetía contra los directivos y orientaba a sus compañeros para defender sus derechos.


Al ver que no lograban nada porque Bracamontes no cedía, decidieron dar la orden de no permitirle quedarse a dormir dentro de las instalaciones del hotel, pero Bracamontes sabedor de eso, se quedaba  a dormir en la banqueta del hotel hasta que amanecía, como la batalla era directa, él les dijo claramente, si no me quieren aquí, me tendrán que despedir y darme mi liquidación al cien por ciento, no hay de otra, hagan lo que hagan no voy a renunciar.


asi que los directivos se vieron obligados a despedirlo y otorgarle la liquidación completa como lo marca la Ley, los compañeros se quedaron como siempre, sin que nadie los defendiera, pero con la promesa de campaña de su líder, de que si esta vez lo volvían a reelegir, ahora si los defendería como nadie más lo haría, se la creyeron, porque nuevamente lo volvieron a reelegir.


Bracamontes puso un negocio, una tienda de abarrotes, ya no trabaja para nadie, prefiere hacerlo para sí mismo, sabe que allí no tiene que lidiar con falsos líderes o compañeros apáticos, que se quejan de su mala situación y de los lideres rateros, pero  siguen reeligiéndolos creyendo en sus promesas de campaña como lo hace un niño cuando le dicen que los reyes magos le traerán regalos.

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