martes, 10 de febrero de 2009

MARTHA Y JUAN

Amarse no es verse fijamente a los ojos, si no ver ambos en la misma dirección.

By Alberto Jiménez Ávila
Hacer el bien es bueno porque te reconforta el alma, especialmente cuando haces algo que termina haciendo feliz a los involucrados y sin que tu te des cuenta de ello, hacer el bien sin mirar a quien es lo mejor que nos puede pasar.

Cuando era un estudiante de primaria en mi grupo de sexto año, había una compañera mucho mayor que todos nosotros, por las mañana estudiaba y en las tardes trabajaba haciendo la limpieza en una casa, sus patrones la animaron a seguir estudiando por eso estaba en la escuela.

Exactamente que edad tenia, no sabría decirlo, pero mientras los demás compañeros platicábamos de cosas de niños, ella platicaba de cosas que únicamente los compañeros mas grandes se atrevían a conversar, hablaba de ir a bailar, conocer personas y tener novio.

Casi todos los del grupo éramos muy chicos, y si ella quería tener novio definitivamente dentro de él, no lo encontraría, además de que sus verdaderas intenciones eran las de tener un noviazgo serio y con futuro, como sucedió tiempo después.

En la entrada de la escuela todas las mañanas se ponía un muchacho a vender paletas de hielo, yo aveces le compraba, pero casi no lo hacia, y la verdad que yo recuerde no tenia amistad con él, y tampoco sabia su nombre, es por eso que un día que llegue tarde a la escuela y no me dejaron entrar, me sorprendió  que me pidiera un favor muy especial, que no se lo podía pedir a nadie mas, eso fue lo que me dijo, y a cambio de eso me regalaría una paleta diariamente durante una semana.

Desconfiado le pregunte que clase de favor quería, y el me dijo, -en tu grupo hay una compañera que me gusta, estoy perdidamente enamorado de ella, pero no se como decírselo, y la verdad es que soy tímido. Quede asombrado cuando me dijo eso, y con curiosidad le pregunte de quien se trataba, me dijo que no sabia su nombre porque aun no se atrevía ni siquiera preguntárselo.

Le pedí que me la describiera para así poderle decir como se llamaba, lo hizo, y por los rasgos y características que me dio, me di cuenta de quien se trataba o al menos eso fue lo que creí, le dije que no era necesario que me diera paletas gratis diariamente, que lo haría simplemente para ayudarlo, también le pedí que escribiera lo que quería decirle, y que yo se lo entregaría, pero me dijo que no sabia escribir.
-Estoy tomando clases nocturnas para poder aprender a leer y escribir, fue lo que me contesto.

Al darme cuenta de que no sabia escribir, le pedí que me dijera que era exactamente lo que quería decirle, y que yo lo escribiría en su nombre, pero me dijo que no sabia que decirle, -no soy bueno para expresar mis sentimientos, escribe lo que tu creas que a ella le gustaría oír de mi-, -esta bien, no te preocupes, yo me encargo de escribirle las cartas de amor que tu no puedes hacer, le dije.

Durante el día me la pase pensando lo que escribiría, pero no se me ocurría nada especial, por lo tanto no escribí nada y decidí simplemente no hacerlo, pensé que lo mejor era decirle lo que el me había dicho, adornado con algunas otras palabras que se me ocurriera en el momento.

Al día siguiente cuando llegue a la escuela, el vendedor de paletas me estaba esperando para preguntarme si había escrito la carta, le dije que si, y que al medio día le daría la respuesta de ella, en cuanto tuve la oportunidad de estar a solas con la compañera, le dije, -Martha hay una persona que esta enamorado de ti -, me miro fijamente, y me dijo, - no me interesa saberlo, ¿quien de aquí podría estar enamorado de mi?, además ninguno de ellos me gusta.

Ya no dije nada, y me aleje, pero mas tarde fue ella la que se me acerco para preguntarme quien era, le dije que era el vendedor de paletas, se quedo seria sin decir nada, y luego me dijo, -no me gusta, dile que no estoy interesada en él-, .y yo le dije, Él me dijo que esta perdidamente enamorado de ti, que las noches son largas y a veces no puede dormir de tanto pensar ti, los fines de semanas son un martirio, ya que durante esos días al no verte se siente morir, ¿en serio te dijo eso?, pregunto ella, si eso fue lo que me dijo, conteste, -dile que deje de enviarme recados, no me gusta y no le voy a hacer caso, dile que deje de molestarme.

Al salir de la escuela, él me estaba esperando, se veía nervioso y desesperado, sentí pena por él, y fue por esa razón que le tuve que mentir cuando me pregunto, -¿que te dijo, le distes la carta?-, si se la di, le conteste, - ¿y que te dijo?, me dijo que posteriormente te enviara la respuesta, -¿crees que si me acepte como su novio?- pregunto, si, estoy seguro que también a ella tu le gustas, pero no lo quiere aceptar tan fácilmente, le dije eso para animarlo y no hacerlo sentir mal.

Así transcurrió casi una semana, haciéndola de cupido, y diciendo cosas que yo inventaba, Martha sonreía cada vez que le daba los recados, pero era ella la que me preguntaba sobre los mismos, hasta que un día me canse de eso y decidí no volver a dar ningún recado, por tal motivo, al salir de la escuela le dije al vendedor de paletas, Martha me dijo lo siguiente: -Ella esta perdidamente enamorada de ti, pero también me dijo que tu tienes que hablarle y decirle cuanto la quieres, si al hablarle ella no te hace caso, o se hace la enojado, no te sientas mal ni dejes de insistir, únicamente esta fingiendo que no le interesas para que no pienses que es una chica fácil, por lo tanto tu debes insistir hasta que ella te acepte, fue todo lo que le dije y me marche.

Ya no volví a llevar recados, y Martha dejo de preguntarme al negarme a decirle algo, ademas de que  estábamos apunto de terminar la escuela y por eso no los volví a ver. Pasaron cinco años y un día caminando por la ciudad vi a una persona que venia hacia mí sonriendo, pensando que me confundía con otra persona trate de ignorarlo, pero el me detuvo diciéndome, -¿no te acuerdas de mi?-, soy Juan-, ¿Juan, que Juan?- le dije, y el me contesto, diciéndome que el era el vendedor de paletas al que le había hecho el favor de llevarle recados a mi compañera de salón.

Fue entonces cuando supe quien era, y además supe su nombre, ya que como dije al principio, yo ni siquiera sabia su nombre, estaba emocionado de encontrarme, porque  según lo que me contó estaba muy agradecido de lo que hice por él, se había casado con Martha, tenían dos hijos, y eran muy felices, -no me arrepiento de haberme casado con Martha, es la mujer de mi vida, y todo te lo debo a ti, me dijo.

Estaba emocionado y agradecido de verme, me invito a su casa para que conociera a sus hijos y saludara a mi excompañera de la primaria, aunque no fui  le agradecí la invitación, porque en ese momento iba a un mandado, nos despedimos y desde entonces no he sabido nada de ellos, me imagino que siguen juntos y felices.

Yo lo único que hice fue decir puras mentiras para darle valor a Juan, ya que Martha nunca me dijo que lo quería, es más me dijo que no le agradaba, pero mis mentiras hicieron que él, a pesar de ser tímido y del rechazo de ella, siguió insistiendo hasta que lo acepto y se cazaron, después de esto recordé todo lo pasado y me sentí feliz de mi buena obra, Martha y Juan se enamoraron y se casaron.
Y me imagino que cuando uno de sus hijos les pregunte como se conocieron, me mencionaran y se acordaran de mí.

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