By Alberto Jiménez Ávila
Don polo se sentía abrumado y deprimido cuando llego a su casa, su esposa lo recibió como siempre con una sonrisa y con animo de atenderlo, Vivian solos en su casa, los hijos hacia mucho tiempo que se habían ido de ella, cada quien vivía en sus respectivas casas y con sus hijos y únicamente los visitaban de vez en cuando, o en ocasiones especiales.
Su esposa le ofreció de cenar pero él le dijo que no tenia hambre, que se sentía cansado y mejor se fue a dormir temprano, su esposa se quedo un rato mas en la cocina guardando los alimentos y limpiando la cocina como hacia todos los días antes de irse a dormir después de darle de cenar, ella no le dio mucha importancia al hecho de que él no quiso cenar, porque en otras ocasiones sus amigos lo invitaban a cenar y pensó que por eso no tenia hambre.
La esposa de don Polo se quedo dormida en cuanto se acostó, ella si estaba cansada y por eso ni siquiera le pregunto como le había ido en el trabajo, pero a media noche se despertó por los movimientos que él hacia de un lado a otro de la cama, le pregunto que si estaba enfermo, pero el contesto que no.
Por dentro lo agobiaba la culpa y la sensación de haber sido engañado, estuvo apunto de decirle a su esposa lo que le había sucedido en la cantina, quería contarle a alguien su terrible experiencia para desahogarse, pero se aguanto y le dijo a su esposa que se durmiera, -no me hagas caso mujer-
Él acostumbraba pasar a una cantina a tomarse unas cervezas cada vez que cobraba en su trabajo, era jardinero en un condominio y cada vez que recibía su pago pasaba a la misma cantina, ya lo conocían y el conocía a todas las meseras, pero un día que paso había una nueva mesera, era joven y muy agradable, ella lo atendió y don polo quedo complacido con el servicio que ella le brindo.
Cada vez que don Polo visitaba la cantina siempre pedía lo atendiera la misma mesera, y un día ya que eran buenos amigos y tenían confianza, él la invito a salir, ella no acepto, pero eso no lo desanimo siguió insistiendo cada vez que la veía, hasta que un día él le pidió lo dejara acompañar a donde tomaba su transporte y ella acepto.
El acompañar a la mesera lo hacia sentir muy bien, tenia la esperanza de que algún día aceptara salir con él a un lugar mas intimo, ya tenia sesenta años y salir con una mujer de menos de veinticinco años, para él era lo máximo, por eso cada ves que la visitaba la esperaba hasta que terminaba su turno para acompañarla.
Y esta vez ella le dijo que pasaría al centro comercial a comprar un paquete de pañales que necesitaba para su bebe, ya que la mesera era madre soltera y estaba criando una niña, don Polo se ofreció acompañarla hasta el centro comercial, y con tal de quedar bien con ella, se ofreció a pagar los pañales que iba a comprar.
La mesera acepto el ofrecimiento inmediatamente, tomo un carrito y coloco dentro el paquete mas grande de pañales que vio, además le dijo que también compraría leche porque ya no tenia para darle de comer a su bebe, y tomo la lata de leche mas grande, a él ya no le quedo de otra que aguantarse, traía en su cartera nada mas quinientos pesos, y pensaba que no le iba a alcanzar para pagar las cosas.
Cuando llegaron a la caja para hacer el pago, el total fue de cuatrocientos cincuenta pesos, y como no traía cambio saco su único billete, el de a quinientos pesos, ella se lo arrebato de la mano y pago con él, y en vez de darle el cambio le dijo, - estos cincuenta pesos van a ser para pagar el taxi mi amor- a él no le quedo de otra, y con una voz casi inaudible le dijo que sí, se sintió asaltado por una jovencita.
Al no tener mas dinero en su bolsillo se tuvo que ir caminando hasta su casa, lo bueno es que no vivía tan lejos, y en una hora ya estaba allí. Se sentía engañado y utilizado, no podía creer que una jovencita lo había embaucado a él que ya era un señor con muchos años de experiencia, había creído que ella le sonreía porque en verdad sentía algo por él, pero ahora se daba cuenta que ella únicamente fingía para poder aprovecharse de su ingenuidad.
Eso era lo que no lo dejaba dormir y le había quitado el hambre, sentía rabia y pena por si mismo, apunto estuvo de decirle a su esposa,- vieja una mujer me engaño y me asalto- pero se aguanto, no pudo dormir en toda la noche, y al otro día se levanto temprano para ir al trabajo caminando, no quiso que su esposa se diera cuenta de lo sucedido, y por eso pidió dinero prestado con los compañeros del trabajo para darle el gasto a ella y él pudiera ir al trabajo todos los días.
A don Polo se le quitaron las ganas de conquistar mujeres, sobre todo en una cantina, se dio cuenta que la que tenía en su casa, era mas que suficiente, y sobre todo era una mujer probada de que en verdad lo quería, porque en las buenas y en las malas siempre estaba con él, y después de tantos años ya no le quedaban dudas de eso, después de esa aventura, decidió que lo mejor era que cuando quisiera tomarse una cerveza mejor las compraría para llevar y tomárselas en casa en compañía de su esposa.
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