By Alberto Jiménez Ávila
Cuando inicie mis estudios de primaria, el primer año lo viví con mis abuelos en el pueblo, vivía feliz y sin preocupaciones como cualquier niño, y de ese año recuerdo algo que siempre viene a mi memoria en estos días previos a la navidad, las preposadas.
Se acostumbraba que a partir del día primero de diciembre. Se iniciaran los rezos y procesiones alrededor de la iglesia del pueblo, pero tenían algo especial. Los rezos en si no eran rezos formales, mas bien era un ensayo de lo que se haría el día 12 de diciembre.
Por eso en los ensayos no participaban los adultos, la mayoría de los que participábamos éramos niños, lo que se hacia era practicar los rezos y la forma en que se llevaría acabo la procesión, en los ensayos los adultos no participaban porque la mayoría de ellos tenían que trabajar y no tenían tiempo para ir a ensayar todos los días en las tardes.
Y como todos sabemos, los niños no son muy aficionados en participar en este tipo de eventos, y para hacerlo siempre tiene que haber algún tipo de incentivo o soborno para convencerlos de participar, por eso el incentivo para participar en los ensayos, al menos en lo que se refiere a mi participación, eran las piñatas que supuestamente estaban llenas de golosinas, ya que muchas de las veces, sino es que la mayoría de ellas, estas lo único que contenían era ceniza y nada de golosinas o frutas.
En aquel entonces el pueblo era pobre, o mucho mas pobre de lo que es hoy, porque la persona encargada de realizar los ensayos, pedía limosna entre la comunidad, y de lo que recolectaba compraba las golosinas y las frutas para llenar las piñatas, en algunas ocasiones el dinero no era suficiente y en otras no había donde comprar las golosinas o las frutas, ya que en el pueblo no había tiendas lo suficientemente surtidas como para comprar todo lo que uno quería, y como sabia que la única manera de que los niños participáramos en los ensayos, era la promesa de que al final quebraríamos las piñatas y comeríamos golosinas, pero muchas veces fuimos engañados.
Era divertido asistir a los ensayos, aunque la mayoría de las veces nuestra recompensa era un baño de cenizas, porque cuando la organizadora no conseguía golosinas, llenaba las piñatas de cenizas. y siempre después del fracaso por obtener golosinas, manteníamos la esperanza de que al día siguiente todo seria diferente.
En los días de las festividades todo cambiaba, todo el pueblo participaba y se sentía en el ambiente la alegría de todos, ahí si daban golosinas y comida en abundancia, tal parece que todos escondían las golosinas y las frutas para esos días, porque en los días previos no encontrabas nada de eso, o tal vez era mi imaginación.
Hoy en día todo es diferente, el pueblo ha crecido y si tienes dinero puedes comprar casi todo lo que necesites, y si no lo encuentras ahí, puedes ir a la ciudad mas próxima en donde con seguridad encontraras todo lo necesario para organizar cualquier evento.
Actualmente las preposadas no las disfruto de la misma manera como cuando era niño, siento que en aquellos años eran mas divertidas, talvez sea mi imaginación o tal vez estoy amargado, las golosinas ya no me entusiasman mucho y lo único que me gusta y casi no dejo de comer, son las frutas, en fin, si vas a una preposada disfrútala al máximo, uno nunca sabe, esta podría ser la ultima a la que vas.
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