By
Alberto Jiménez Ávila.
-No debemos permitirle al
director general que abuse de nuestras necesidades y nos haga trabajar horas
extras sin recibir pago alguno Dijo Bracamontes a sus compañeros. Ellos se
levantaron de sus asientos y aplaudían con mucho entusiasmo, por fin tenían una
persona que se preocupaba por defender sus derechos laborales, en el hotel los hacían
trabajar horas extras sobre todo en temporada alta, pero no recibían ninguna retribución
monetaria que era lo que ellos esperaban; el hotel lo que hacía era acumularle
las horas y cuando ya no había mucho trabajo por ser temporada baja, se las
pagaban con descansos.
Eso venía sucediendo desde hacía
mucho tiempo, pero como no se ponían de acuerdo ni había nadie que los
orientara, no habían protestado ni exigido el pago de las mismas, el líder sindical
casi no iba a visitarlos y cuando lo hacía, era porque quería pedirles el apoyo
para algún evento político o para volver a reelegirse. Los delegados
sindicales eran afines a sus interés particulares, por eso el delegado sindical
por ser de su misma corriente e impuesto por él, siempre buscaba la manera de
que los temas más importantes y que tenían que ver con sus necesidades, no se
tocaran en las reuniones.
Los delegados sindicales
siempre eran los mismos, nadie más de los compañeros se animaba a asumir el
puesto argumentando que era mucha responsabilidad y muchas veces solo recibían reproches
y hacían enemistades con los compañeros porque creían que estos eran los
culpables de su mala situación laboral. Desde luego eso era lo más conveniente
para el líder, de esa manera se aprovechaba de la desorganización de sus
representados y lo usaba siempre a su favor.
Los que llegaban a ser
delegados sindicales, eran siempre animados y apoyados por el líder sindical,
los sabia escoger muy bien, aquellos que no sabían absolutamente nada, y que no
representaban ningún peligro para su futuro político y sindical, por eso
siempre escogía a aquellos que de alguna manera le debían algún favor, aquellos
que eran malos empleados y que si no fuera por el apoyo del líder, muy
probablemente serian despedidos de sus trabajos.
Al ser insostenible la situación,
los trabajadores tomaron la decisión de no volver a escoger a los mismos que ya
anteriormente habían sido delegados, para eso decidieron que el próximo delegado
tenía que ser una persona que en apariencia fuera favorable a su causa y al
menos intentara apoyarlos para que el hotel les pagara sus horas extras. Y fue así
que cuando tuvieron su reunión para escoger a su delegado, tomaron la decisión
de apoyar a Bracamontes, el líder sindical estuvo de acuerdo y apoyo esa decisión.
Bracamontes tenía más de
quince años laborando en el hotel, durante ese tiempo había visto casi de todo,
siempre fue un excelente trabajador, responsable y esmerado con lo que hacía,
le molestaba ir a los mitinees tanto políticos como sindicales, pero iba de
todos modos, porque si no lo hacía les descontaban un día de salario, y como el
sueldo de un empleado de hotel nunca es suficiente, prefería ir que recibir el
descuento. No tenía aspiraciones más que las de su trabajo y no representaba ninguna
amenaza para el líder y por eso este lo apoyo.
Cuando Bracamontes recibió formalmente
el nombramiento de delegado sindical, al principio no sabía qué hacer porque nunca
había estado como representante de nada
ni de nadie, sus escasos estudios lo hacían sentir inferior a los demás, apenas
si había estudia la primaria y creía que los demás eran mejores y sabían más
que él. Para no quedarse atrás y no ser humillado o no saber que decir cuando
se realizaran las reuniones sindicales, se puso a leer la Ley Federal del
Trabajo.
Todos los días leía la ley como si esta fuera la Biblia, cuando no entendía algún párrafo o artículo, lo consultaba con algún amigo o
conocido que supiera más que él, así fue como llego a conocer la ley más que
los abogados que el sindicato contrataba para defender a los compañeros cuando tenían
algún despido injustificado. Fue así que ya motivado y decidido a hacer un
buen papel, pidió a los directivos del hotel que le proporcionaran una copia
del contrato colectivo de trabajo, para saber las obligaciones y derechos que tenían
como trabajadores, porque estos eran desconocidos por todos ellos.
Estos contratos le fueron
proporcionados creyendo tanto el líder sindical como los directivos del
hotel, que solo era una puntada de alguien que no sabe ni que hacer, porque eso
fue lo que creyeron al considerarlo un ignorante, se los entregaron y los leyó.
Y al igual que como hizo con la Ley Federal del Trabajo, cuando no entendió,
inmediatamente lo consulto con aquellos que si sabían más que él. Así fue
como llego a la conclusión de que no solo los estaban engañando con las horas
extras, sino que no les pagaban muchas
otras prestaciones a las que tenían derecho y estaban establecidos en el
contrato colectivo de trabajo.
Con la información obtenida
y la ley en la mano, Bracamontes solicito primero hablar con el líder sindical
para informarle sobre su descubrimiento, pero el líder solo le dio largas al
asunto diciéndole que no había podido concretar ninguna reunión por exceso de
trabajo pero que muy pronto se llevaría a cabo dicha reunión para aclarar todo
lo que había descubierto. Pero al ver que no se hacía nada decidió pedir
directamente la reunión con los de recursos humanos para exigirles que les
pagaran todo lo que por derecho les correspondía.
Pensando que no sabía de lo
que hablaba, le dijeron que estaba equivocado y que lo que le pedía no correspondía a lo que marcaba la ley, pero uno
a uno y con fundamento en la la ley, les fue rebatiendo sus argumentos. Al verse acorralados y sin
saber que más decir para que desistiera de exigir sus derechos, los directivos
convocaron a una reunión con el líder para tratar el asunto.
La reunión se llevó acabo,
el líder sindical no hablo, los únicos que hablaron fueron los directivos del
hotel con su representante legal y Bracamontes, delante de sus compañeros,
les demostró que estaban violando el
contrato de trabajo que tenían firmado, y fue por eso que los compañeros lo ovacionaron,
se dieron cuenta que les habían estado robando descaradamente e impunemente sin
que se dieran cuenta de ello. El líder se levantó y felicito a Bracamontes, delante de los compañeros le dijo que siguiera así, defendiendo siempre los
interese de sus compañeros, “porque lo que necesitamos en México es gente como tú,
progresista y coadyuvante del progreso de los trabajadores. Los compañeros se
emocionaron mucho más, ni ellos ni su líder probablemente sabían lo que
significa “Progresista o coadyuvante”, el líder lo había oído en la “tele” y en
los mitinees políticos donde suelen hablar con palabras rebuscadas para
sentirse muy importantes.
Después de la reunión el líder
se despidió de sus representados, diciéndoles que hablaría en privado con los directivos
del hotel para solucionar sus problemas. La reunión si se llevó a cabo pero no hablaron
de cómo solucionar el problema de los trabajadores, sino como solucionar el
problema que ahora también tenía el líder sindical.
-Tienen que buscar la manera
de despedir a Bracamontes o nos meterá en un “pedo”, les dijo el líder a los
directivos y su representante.
-Tanto a ustedes como a mí
nos perjudica que siga aquí, pienso seguir reeligiéndome como líder de la sección,
pero si Bracamontes les sigue abriendo los ojos a los compañeros, estos se darán
cuenta que yo no hago nada por ellos. Y muy probablemente mis enemigos
aprovecharan eso para quitarme el liderazgo.
-Por eso tienen mi
consentimiento y mi apoyo total para que hagan lo que quieran para correrlo.
Los directivos ni tardo ni
perezoso, comenzaron a planear como correrlo, no iba a ser fácil porque querían
correrlo sin pagarle su liquidación, querían encontrar la manera de hacerlo
renunciar, así que lo primero que hicieron fue cambiar su turno de
trabajo, le dieron un turno quebrado, la mitad de su jornada laboral en la
mañana y la otra en la tarde, pero
aguanto sin decir nada. Después hicieron que entrara muy tarde para que su hora
de salida fuera a las dos de la mañana, pero no pasó nada, porque al salir se
quedaba a dormir en el estacionamiento y se iba al amanecer para tomar el camión
a su casa, y mientras ellos hacían sus estrategias él más arremetía contra los
directivos y orientaba a sus compañeros para defender sus derechos.
Al ver que no lograban nada
porque Bracamontes no cedía, decidieron dar la orden de no permitirle quedarse
a dormir dentro de las instalaciones del hotel, pero Bracamontes sabedor de
eso, se quedaba a dormir en la banqueta
del hotel hasta que amanecía, como la batalla era directa, él les dijo
claramente, si no me quieren aquí, me tendrán que despedir y darme mi liquidación
al cien por ciento, no hay de otra, hagan lo que hagan no voy a renunciar.
asi que los
directivos se vieron obligados a despedirlo y otorgarle la liquidación completa
como lo marca la Ley, los compañeros se quedaron como siempre, sin que nadie
los defendiera, pero con la promesa de campaña de su líder, de que si esta vez
lo volvían a reelegir, ahora si los defendería como nadie más lo haría, se la
creyeron, porque nuevamente lo volvieron a reelegir.
Bracamontes puso un negocio,
una tienda de abarrotes, ya no trabaja para nadie, prefiere hacerlo para sí
mismo, sabe que allí no tiene que lidiar con falsos líderes o compañeros apáticos,
que se quejan de su mala situación y de los lideres rateros, pero siguen reeligiéndolos creyendo en sus promesas
de campaña como lo hace un niño cuando le dicen que los reyes magos le traerán regalos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
sus comentarios son bienvenidos