martes, 25 de octubre de 2011

Dios mío

By Alberto Jiménez Ávila

En el transcurso de mi vida he oído muchas veces la expresión, “Dios mío, ¿Por qué me castigas? o ¿por que me haz abandonado?”, en algunas ocasiones la expresión si tiene sentido, cuando perdemos a alguien muy especial y el dolor de su perdida sea insoportable, por lo tanto buscamos desahogarnos utilizando esa expresión, porque creemos que Dios nos ha abandonado aunque no sea verdad.


En muchas otras ocasiones utilizamos esas expresiones sin darnos cuenta que lo único que hacemos es simplemente quejarnos como niños malcriados sin ponernos a pensar que lo que creemos es un castigo de Dios, no es mas que un alivio o una advertencia de lo mal que nos puede ir si forzamos la situación.

Ejemplos de esto hay muchos, cuando nos enamoramos de alguien, o creemos estar enamorados y esa relación no se da, lejos de agradecerle a Dios por no haberse dado esa relación, se lo reprochamos, siempre que las cosas no suceden como queremos nos quejamos, y yo estoy sinceramente convencido de que a Dios no deberíamos de reprocharle nada, porque él no tiene la culpa de todo lo malo que nos sucede, ya que nosotros somos los que forzamos las cosas para que sucedan.

O cuando nuestros padres no nos permiten salir o ir a ciertos lugares que creen son peligrosos de visitar, nos quejamos y hasta llegamos a odiarlos, y aparece la dichosa frase, pensando que Dios es el culpable por no ablandarles el Corazón, cuando debería ser al revés, porque el sexto sentido o vaya usted a saber que sea, previene a los padres de no permitirnos salir.
Al escribir esto me viene a la memoria el caso de un joven que estaba enamorado de una jovencita. Él en verdad es un buen hombre, no tiene a sus padres y en ese entonces cuando esto sucedió vivía con sus tíos, trabajaba como marinero en un yate y no se metía en problemas con nadie, y andaba en busca de una buena mujer que lo amara de la misma manera como él pensaba amarla.

Él tenía una amiga de la infancia, esta estudiaba la preparatoria y vivían en la misma colonia y eran vecinos, eran buenos amigos y se frecuentaban, un día que la visito, la encontró con una compañera de la escuela, pero ella no se la presento, la muchacha era bella y él se enamoro de su belleza en cuanto la vio, y posteriormente le pidió a su amiga que se la presentara pero esta se negó a hacerlo.

Cada vez que se veían le rogaba que se la presentara o le hablara bien de él, pero ella siempre le dijo que no, y su excusa siempre fue, “tu no le convienes a mi amiga, ella se merece algo mejor” y esto se lo decía en serio, porque ella creía que su vecino era muy poca cosa, por el hecho de no haber seguido estudiando y nada mas haber terminado la secundaria.

Pero lejos de desanimarse seguía insistiendo hasta que se dio cuenta que otro vecino andaba con ella, y decidió darse por vencido y dejar las cosas en paz. En ese momento se sintió muy deprimido, le dolió el saber que esa mujer a quien él creía merecer, prefiriera a otro y no a él. Y hasta culpo a Dios, creyó que Dios no lo quería porque siempre que le oraba le pedía que ella lo aceptara como su novio, había soñado con ser felices para siempre. Y se lo reprochaba también a su amiga.

La muchacha había preferido a un vago, sin oficio ni beneficio, su única gracia era que vestía bien y siempre tenia tiempo para ella, y como no iba a tener tiempo, si no trabajaba, ni estudiaba, y sus padres lo mantenían, hasta se rumoraba que era drogadicto. Pero bueno, ella así lo quiso y cuando uno se enamora, no es fácil darse cuenta de lo mal que nos puede ir si no sabemos escoger.

Paso el tiempo, y un día, ella salió embarazada, a duras penas termino la preparatoria, y posteriormente dio a luz a un niño, como ya dije ella era muy bella físicamente hablando, porque sentimentalmente no sabría decir como es, pero después de tener a su bebe, se empezó a inflar como pez globo, no es broma, así como se infla un pez globo cuando esta en peligro, así se inflo esa mujer, antes de salir embarazada tenia unas piernas bien torneadas, una cintura de abejita y un rostro angelical.

Pero después, todo eso desapareció, parecía que una de las piernas la tenía en el cuello, ya que este se le ensancho demasiado, la cinturita de abeja, parecía llanta de tractor, y por la misma gordura, parecía que los ojos  le saldrían volando de las cuencas, es por eso que digo que parecía pez globo, y no estoy exagerando.

Cuando su antiguo enamorado la vio, ya que para no deprimirse se había mudado de colonia, primero se sintió decepcionado, pero al mismo tiempo se sintió agradecido de que ella no lo hubiera aceptado, fue a ver a su amiga y le dio las gracias, porque sino hubiera sido por su negativa a presentársela, tal vez él estaría casado con ella, y no con la mujer con la que ahora esta casado, que por cierto es una mujer sentimentalmente muy bella.

Tal vez el no se de cuenta, o no haya recapacitado sobre lo que le paso, pero si nos ponemos a pensar en su historia, podríamos ver que Dios no lo estaba castigando al no hacer caso de sus oraciones cuando él le pedía que le permitiera fuera ella su novia. Dios le estaba ayudando a no caer en una relación de la que actualmente estaría arrepentido, como fue el caso del vago que la embarazo, nada mas la soporto un año después de haber nacido su hijo, porque después los abandono a ambos.

La próxima vez que te suceda algo que creas es malo, aunque te duela hasta lo mas profundo de tu alma, no te quejes ni le eches la culpa Dios, mejor agradécele lo que te esta sucediendo, porque por algo te sucedió, y es posible que te tenga reservado algo mucho mejor. Y como me decía mi abuelo que en paz descanse, “si tienes que creer en alguien, asegúrate de que ese alguien sea Dios”

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