By Alberto Jiménez Ávila
El hotel Impala era un hotel de unas veinte cabañas y su servicio no únicamente era de hospedaje, sino que también incluía el servicio de alimentos para todos sus huéspedes, la mayoría de sus inquilinos eran extranjeros principalmente provenientes de Estados Unidos y Canadá, acostumbraban quedarse como mínimo un mes y por eso era usual que el restaurant del hotel estuviera siempre lleno y los meseros muy ocupados, especialmente cuando era temporada vacacional, porque cuando la temporada había pasado, se podían relajar .
En una de esas temporadas en que ya no había muchos huéspedes en el hotel, llego un extranjero a hospedarse, venia solo, nadie lo acompañaba y se veía muy amable, por eso al siguiente día en la mañana cuando paso al restaurant a desayunar, uno de los meseros inmediatamente se acerco para ofrecerle el menú y ponerse a sus órdenes, el huésped le solicito unos huevos con tocino, jugo de naranja, café, fruta y pan tostado, el mesero lo atendió con mucha amabilidad y diligencia, estuvo siempre atento a lo que se le ofreciera hasta que este termino de desayunar, y una vez que se marcho le dejo de propina un peso de los que ya están fuera de circulación.
El mesero se quedo confundido y enojado, no podía creer que este huésped no valorara el servicio que le había otorgado durante el desayuno, esperaba como mínimo un dólar y no un peso viejo y sin valor, era tanto su enojo que lo arrojo a la basura y decidió no volver a atenderlo durante el tiempo que este estuviera hospedado en el pequeño hotel, por eso al siguiente día cuando este llego y se sentó en una de las mesas que a este mesero le correspondía atender, se hacia como que no lo veía cuando pedía lo atendiera, y era tan evidente que no lo quería atender, que uno de los demás mesero le pregunto porque motivo se portaba así con el cliente, y le conto lo sucedido del día anterior, le dijo que si quería se lo dejaba para que lo atendiera.
Salomón tenía cinco años trabajando como mesero en el restaurant del hotel, le gustaba su trabajo y servir a los comensales, por eso cuando su compañero le pidió que atendiera al extranjero tacaño como lo catalogaba, no le importo hacerlo e inmediatamente acudió a ver que era lo que deseaba el señor. Este le pidió su desayuno y en cuanto término le dio de propina un peso viejo como lo había hecho con el otro mesero, y no molesto por esto, con una sonrisa en su rostro le dijo que a partir de ese día seria su mesero y que con gusto siempre lo atendería.
Pasaron los días y diariamente el extranjero se sentaba en la misma mesa, Salomón lo atendía con la misma amabilidad de siempre y a cambio recibía un peso viejo y sin valor, a él eso no le importaba, sabia que su trabajo era atender a los clientes con amabilidad sin importar cuanta propina recibiría a cambio, y por eso siempre mantenía su sonrisa delante de todos ellos, y así fue hasta el día que el extranjero tubo que partir.
El extranjero sabía que día de la semana Salomón descansaba, puesto que él era el único que lo atendía diariamente, y el día que no se presentaba a trabajar, el huésped no se paraba por el restaurant, sabedor de que nadie quería atenderlo prefería salir todo el día y no regresar hasta la noche, Salomón siempre le avisaba un día antes para que se previniera y no sufriera el maltrato de sus compañeros de trabajo, por eso cuando se llegaba el día de su partida, le aviso que al día siguiente partiría a su país, Salomón se dispuso a despedirse, porque al día siguiente descansaría y no estaría en el hotel para hacerlo ese día, pero el extranjero le rogo que se presentara al siguiente día, lo invito a desayunar, y Salomón acepto.
Al siguiente día Salomón estuvo sin falta en el restaurant a la hora del desayuno, se sentó a la mesa y mientras desayunaban platicaron de muchas cosas personales, el extranjero se intereso en saber si tenía Familia, donde vivía, entre otras cosas. Salomón le conto que tenia tres hijos, dos hombres y una mujer, también le conto que vivía en una de las colonias populares del puerto, la casa donde vivía no era de su propiedad, la estaba rentando, porque su salario de mesero no era suficiente para comprar una propia.
También le platico que esperaba que el Infonavit, le proporcionara un crédito para poder comprar una casa que le habían ofrecido, la casa le gustaba tanto a él como a su esposa, pero era muy cara y la única forma de adquirirla era por medio de un crédito que había solicitado al Instituto de la vivienda, y temía que este no fuera suficiente para comprarla. El propietario quería doscientos cincuenta mil pesos, dinero que Salomón no poseía, y de acuerdo a la información que él tenia, su crédito para la vivienda no le alcanzaría, por eso estaba negociando con el propietario para que se la vendiera a un precio mas bajo, pero este se negaba a hacerlo.
A pesar de todo esto él no se desanimaba, decía que si no lograba comprar esa casa, tal vez era porque así lo quería el destino y le tenia reservada una casa mejor, después de desayunar, el extranjero le pregunto a Salomón, si había guardado los pesos que le había dado de propina, él contesto que si, que los tenia guardados en su casillero, el extranjero le pidió que fuera por ellos, y una vez que este regreso, le volvió a preguntar cuanto costaba la casa que él y su esposa querían comprar, -doscientos cincuenta mil pesos, contesto Salomón.
El extranjero le extendió un cheque por la cantidad de doscientos cincuenta mil pesos, y al momento de entregárselo, le dijo – esta es la verdadera propina que te mereces, me atendiste con amabilidad y sin esperar nada a cambio, por eso, yo te regalo el dinero que necesitas para compra tu casa-, Salomón estaba sorprendido, intento rechazarlo por considerarlo demasiado, pero el extranjero insistió, y él lo tomo.
Con ese dinero Salomón compro su casa, y cuando su compañero del trabajo, aquel que no quiso atender al extranjero por considerarlo tacaño, se entero de lo que él había recibido como propina, se quiso morir de la envidia, decía que eso era para él, se lamentaba de no haber seguido atendiendo a ese cliente, y fue tanta la burla que recibió de parte de los demás compañeros, que de pena mejor renuncio al trabajo.
Mientras tanto Salomón siguió trabajando en el hotel, con la misma amabilidad de siempre, sin hacer distinción de los clientes, a todos los atendía por igual, sin importar el monto de la propina que recibía, su atención hacia ellos no era en proporción del monto de la propina que dejaban, para el siempre era mas importante la impresión que ellos se llevaban de él, que él de ellos.
Hacer el bien no le hace daño a nadie, por eso los malvados no lo hacen.
Excelente relato, me gusto mucho, seguiré visitando la pagina para leer todo lo que escriba
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