viernes, 23 de enero de 2009

LOS CIEGOS

By Alberto Jiménez Ávila
En esta época y en todas las épocas pasadas, siempre ha habido líderes y políticos, (algunos únicamente son políticos pero no lideres), Que han tratado de imponer sus ideas, aprovechándose de la ceguera que tienen muchos, algunos de nacimiento, que son los menos, y otros con el paso del tiempo se van convenciendo de que no pueden ver la realidad sin la televisión o que alguien se los explique, es tanta su discapacidad que llega el momento en que ya no se preocupan por investigar la realidad de las cosas, únicamente repiten como loros lo que alguien muchas veces menos informado que ellos les cuenta.

Siempre se ha dicho que el bizco es rey en la tierra de ciegos, y eso es cierto, ya que cuando uno platica con algún conocido o desconocido, siempre te cuentan cosas que alguien les dijo, que lo escucharon en la radio o lo vieron en la televisión, pero no tienen una opinión propia porque se consideran (aunque sin darse cuenta o aceptarlo) personas no preparadas para entender la realidad de las cosas, cuando la verdad, es que, muchas de esas personas, si tienen la capacidad para entender y ver las cosas como son, porque la realidad la viven a diario, y cuando algo se vive en carne propia, no se puede ignorar como algo que no existe. Los susodichos lideres o políticos, que muchas veces carecen de la mas minima noción de la realidad, por ser muchos de ellos discapacitados, que toda su vida se la pasan únicamente siguiendo ordenes, muchas veces de alguien que en el peor de los caso esta menos informado o preparado que sus seguidores.

La información es poder, y si usted quiere o pretende dejar de ver la vida como lo ha hecho hasta el día de hoy, mi recomendación es que debemos leer mas, informarnos e investigar la veracidad de todo lo que se dice y pasan como noticia en los medios electrónicos, ya que muchas veces lo que supuestamente es una noticia, no es mas que un comercial político disfrazado de noticia, para que los ciegos lo crean como algo verdadero.

Para ilustrar lo que aquí comento transcribo el texto de un relato corto escrito por HERMANN HESSE

Durante los primeros años del hospital de ciegos, como se sabe, todos los internos detentaban los mismos derechos y sus pequeñas cuestiones se resolvían por mayoría simple, sacándolas a votación. Con el sentido del tacto sabían distinguir las monedas de cobre y las de plata, y nunca se dio el caso de que ninguno de ellos confundiese el vino de Mosela con el de Borgoña. Tenían el olfato mucho más sensible que el de sus vecinos videntes. Acerca de los cuatro sentidos consiguieron establecer brillantes razonamientos, es decir que sabían de ellos cuanto hay que saber, y de esa manera vivían tranquilos y felices en la medida en que tal cosa sea posible para unos ciegos.
Por desgracia sucedió entonces que uno de sus maestros manifestó la pretensión de saber algo concreto acerca del sentido de la vista. pronunció discursos, agitó cuanto pudo, ganó seguidores y por último consiguió hacerse nombrar principal del gremio de los ciegos. Sentaba cátedra sobre el mundo de los colores, y desde entonces todo empezó a salir mal.
Este primer dictador de los ciegos empezó por crear un círculo restringido de consejeros, mediante lo cual se adueñó de todas las limosnas. A partir de entonces nadie pudo oponérsele, y sentenció que la indumentaria de todos los ciegos era blanca. Ellos lo creyeron y hablaban mucho de sus hermosas ropas blancas, aunque ninguno de ellos las llevaba de tal color. De modo que el mundo se burlaba de ellos, por lo que se quejaron al dictador. Éste los recibió de muy mal talante, los trató de innovadores, de libertinos y de rebeldes que adoptaban las necias opiniones de las gentes que tenían vista. Eran rebeldes porque, caso inaudito, se atrevían a dudar de la infalibilidad de su jefe. Esta cuestión suscitó la aparición de dos partidos.
Para sosegar los ánimos, el sumo príncipe de los ciegos lanzó un nuevo edicto, que declaraba que la vestimenta de los ciegos era roja. Pero esto tampoco resultó cierto; ningún ciego llevaba prendas de color rojo. Las mofas arreciaron y la comunidad de los ciegos estaba cada vez más quejosa. El jefe montó en cólera, y los demás también. La batalla duró largo tiempo y no hubo paz hasta que los ciegos tomaron la decisión de suspender provisionalmente todo juicio acerca de los colores.
Un sordo que leyó este cuento admitió que el error de los ciegos había consistido en atreverse a opinar sobre colores. Por su parte, sin embargo, siguió firmemente convencido de que los sordos eran las únicas personas autorizadas a opinar en materia de música.

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