No preste dinero a nadie, eso es cosa de los bancos. Entre dar y prestar, es mejor dar y viene costando más o menos lo mismo, sin entrar en discusiones ni alegatos. Así que si le sobra el dinero regálelo pero no lo preste, si quiere evitarse enemistades y disgustos.
Nunca haga negocios con parientes y familiares. Porque si usted saliera ganando algo con ellos, dirán: ventajista, y en cambio si como ocurre siempre sale usted perdiendo, se reirán diciendo que es usted un tonto.
No recomiende a nadie.
Si su recomendado quedo bien ni siquiera se lo tomarán en cuenta, pero si queda mal, hasta en la hora de su muerte se lo recordaran.
No dé confianza de ninguna clase a nadie. Acuérdese y téngalo presente: Fiador: Pagador.
No haga sociedades con nadie:
Si usted se cree muy listo, tenga la seguridad de que siempre habrá alguien más listo que usted, sí usted no es muy listo, mejor no hablamos para no perder el tiempo.
No permita que nadie explote su vanidad.
Siempre que lo adulen desconfíe, prefiera decir no, antes que dejarse arrullar con cantos de sirenas o marearse.
No deje jamás su firma por aval.
Para no entrar en detalles pregunte a su banco y le dirán: un aval es un tonto con una pluma en la mano.
No se crea usted que es la Divina Providencia.
Deje que cada quien resuelva sus problemas y no se meta a redentor tratando de resolver lo que no le importa.
No emprenda negocios que desconozca:
Con toda seguridad puede ir al fracaso. Hágase sordo cuando le propongan algún negocio y le ofrezcan fabulosas utilidades.
Decline cortésmente los compadrazgos.
Acuérdese de que siempre habrá quienes, con pretextos de amistad, esgrimen algo tan respetuoso como el compadrazgo espiritual, que se contrae con una determinada ceremonia para sacar provecho de las personas de buena fe.
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