Segunda parte “Los escavadores“
By Alberto Jiménez Ávila
La temporada de lluvia había terminado, era hora de levantar la cosecha, Camilo estaba contento, había tenido la mejor cosecha de maíz en años, se sentía afortunado, la diosa de la fortuna estaba de su lado, ya no tenia preocupaciones económicas, trabajaba con gusto y eso causaba que todo lo que emprendía le diera buenos resultados.
Camilo construyo una choza en la que él y su familia, pudieran habitar mientras levantaban la cosecha, de esa manera no tendría que ir y venir diariamente desde el pueblo como solía hacerlo en ocasiones anteriores, además, no le interesaba estar en el pueblo, no quería tener mucho contacto con la gente, temía que en un descuido él o su esposa dijeran algo que los delatara que tenían dinero. Además, viviendo en el campo, podían comprar carne y otros alimentos para alimentarse, sin que los vecinos se dieran cuenta de lo que comían por el olor que despiden los alimentos al cocinarse.
Los hijos de Camilo aun no iban a la escuela, los tres primeros aun estaban pequeños por eso todos estaban juntos, Camilo amaba a su esposa e hijos y se sacrificaba por ellos, por eso no le importaba trabajar duro, él siempre estaba con ellos, únicamente se separaba de ellos cuando ayudaba a su amigo a levantar su cosecha, y este año el sabia que tenia que ayudarlo, ese fue también uno de los motivos que lo animaron a quedarse en la milpa para poder terminar a tiempo de levantar su cosecha y después ir a ayudar a su amigo.
Una vez que termino de recoger su cosecha, Camilo regreso al pueblo, su amigo ya le había comentado que en una semana empezaría a levantar su cosecha y quería que lo ayudara a hacerlo, él le dijo que ya estaba listo y nada mas que le avisara cuando empezaban para ayudarle, mientras tanto Camilo seguía su vida como siempre, salía al campo de cacería, ya no por necesidad, sino mas bien porque le gustaba, le gustaba comer iguanas, Palomas, conejos y armadillos, su esposa le preparaba el armadillo en barbacoa y las iguanas en mole, además estos manjares no se podían comprar, los tenias que cazar.
Camilo cada vez que salía de cacería, evitaba pasar por el potrero en donde había desenterrado la olla, esto lo hacia para evitar que lo vieran cerca de allí, y descubrieran que él la había desenterrado, aunque él no sabia si el dueño de la olla ya se había dado cuenta de esto, en el pueblo nadie comentaba nada, por lo tanto era probable que aun no se supiera nada, o el dueño esperaba que el ladrón se descubriera solo. Por eso Camilo evitaba que lo vieran cerca de allí y solía cazar en otros lugares.
Un día uno de sus vecinos lo invito a ir de cacería en la noche, se comentaba en el pueblo que cerca de allí por donde crecen los ciruelos al otro lado de uno de los cerros mas empinados, junto al arroyo, se habían encontrado rastros de venados, y en las noches es mas fácil cazarlos. Se reunieron varios vecinos, y se fueron de cacería, al estar al pie del cerro acordaron que subirían el cerro hasta llegar al otro en donde se encontrarían, irían cada quien por su lado.
Cada quien emprendió su camino, Juan el vecino de Camilo estaba un poco enfermo, estaba resfriado, se animo a venir de cacería por la emoción que sentía de poder cazar un venado, ya casi no se veían estos animales en la zona, y era muy difícil cazar uno, por eso vino, apenas se habían separado y ya iban subiendo el cerro cada quien por su lado, cuando Juan escucho que alguien le silbaba, un silbido muy agudo, -fiss, fiss, fiss- se detuvo, miro hacia tras, encendió su lámpara, pero no vio nada, siguió caminando, y seguía escuchando el mismo silbido, lo raro era que cuando se detenía para investigar quien le silbaba, este se dejaba de escuchar, después de un buen rato, decidió que lo mejor era apresurarse para llegar lo mas pronto hasta el otro lado del cerro, y apresuro el paso cuesta arriba.
Juan no caminaba, trotaba cuesta arriba, y conforme más apresuraba el trote mas cerca y fuerte se oía el silbido, volteaba hacia atrás pero no veía nada, ya no podía más, las piernas ya no le respondían, sentía que lo alcanzaban, y pensando que era algo malo empezó a disparar y a gritar como loco a su compañeros de cacería, los compañeros escucharon los disparos, y creyendo que había encontrado venados, fueron inmediatamente hasta donde se oían los disparos, al llegar lo encontraron tirado y temblando de miedo.
Los cazadores al ver a Juan tirado en el suelo y asustado, se quedaron sorprendido, -que te paso, ¿te ataco un jabalí?, preguntaron los compañeros, Juan les dijo que alguien lo venia persiguiendo, -¿quien te venia siguiendo?- preguntaron los compañeros, -no lose, no lo vi. - contesto Juan a las preguntas de sus compañeros, -entonces como sabes que te venían siguiendo- volvieron a preguntar los compañeros, -es que me venia silbando, y entre mas rápido corría mas fuerte me silbaba, y como sentí que ya casi me alcanzaba empecé a disparar para que no me agarrara, dijo Juan, Camilo se dio cuenta que a su vecino se le dificultaba respirar, les pidió a los compañeros que guardaran silencio, y en cuanto lo hicieron también ellos escucharon el silbido, Juan les dijo, -¿Escuchan?, ese es el silbido que me venia persiguiendo, entonces Camilo le dijo a Juan, - Juan, deja de respirar- y en cuanto este dejo de respirar el silbido también se dejo de escuchar, y descubrieron que el silbido que había asustado a Juan era un moco seco que este llevaba en la nariz.
Por culpa de Juan, esa noche no pudieron cazar nada, los animales que probablemente andaban cerca de allí, salieron huyendo despavoridos con el tremendo escándalo que este hizo, al día siguiente se presento el amigo de Camilo para decirle que ese mismo día empezaría a levantar su cosecha, por lo tanto Camilo un poco desvelado salio hacia la milpa de su amigo llevando lo necesario para quedarse a cuidar la cosecha, ya que esta estaba a la orilla de una brecha de terrecería que era muy transitada y su amigo tenia el temor de que alguien se la robara.
Después de las seis de la tarde y una vez que su amigo se había marchado, Camilo preparo una fogata para calentar su cena y poder comer algo antes de acostarse en su hamaca debajo de la enramada que se había construido para evitar dormir bajo el sereno, una vez que ceno, se acostó, pero no se durmió, únicamente estaba meditando y pensando en lo que le estaba sucediendo de unos días para acá. Además, tampoco el quería dormirse tan temprano, temía que alguien se presentara con la intención de robar y lo encontraran dormido y no se diera cuenta ni quien le había robado. Por eso permanecía despierto.
Ya estaba avanzada la noche, Camilo empezó a sentir que el sueño lo vencía, como estaba cansado se dejo arrullar por el mismo y decidió dormirse, pero repentinamente y como si este fuera un murmullo, escucho a lo lejos que alguien golpeaba la tierra, o escarbaba, al principio pensó que era solo su imaginación, pero después de un rato y como el aire corría hacia él, escucho el murmullo de unas voces, se levanto, agudizo el oído, y se dio cuenta que las voces provenían del camino.
La noche estaba oscura, no se veía nada, la fogata hacia varias horas que se había apagado, Camilo no sabia quienes eran los de las voces, se preguntaba si eran campesinos que a esa hora iban al pueblo, o eran maleantes que salina a robar las cosechas, el murmullo seguía, y después vio una luz, Camilo decidió ir a investigar, tomo su machete, el único medio de defensa que tenia, Camino sin hacer ruido, hasta que estuvo a una distancia en la que pudo distinguir a las personas que estaba allí.
Eran tres personas, todos del pueblo, Camilo los conocía muy bien, estos estaban cavando la tierra a la orilla del camino junto a un árbol frondoso, decidió no hacer ruido y esperar a ver que era lo que estaban buscando, se recostó en el suelo y espero, después de tres horas, los hombres ya habían cavado un hoyo profundo, se turnaban para cavar, mientras uno cavaba, el otro sacaba la tierra y el otro mantenía iluminado el hoyo con la lámpara encendida, llego un momento en que el que estaba dentro cavando ya no se veía, ya no hablaban ni se decían nada, únicamente se oía el sonido del pico y la barreta al cavar.
De repente, el que estaba dentro cavando dijo: -ya lo encontré, aquí suena algo,- los que estaban fuera del hoyo se asomaron para ver lo que su compañero había encontrado, pero unos minutos después, se empezó a sentir como una brisa pequeña, proveniente del interior del hoyo, poco a poco se fue haciendo mas fuerte, y después, esta ya era como un ventarrón, estaba tan fuerte el aire proveniente del Hoyo que la luz de la lámpara hacia como que se apagaba y encendía, y repentinamente, el que estaba dentro salio corriendo despavorido y sin decirle nada a sus compañeros, la lámpara se apago y los demás también corrieron asustados detrás de su compañero, dejando todas las herramientas que habían traído. Camilo también se fue, no supo lo que había sucedido y no quiso saberlo.
Al día siguiente, antes de que salieran los primeros rayos del sol, camilo despertó y fue a recoger las herramientas, pala, pico, barreta, cubetas, costales y lazos para amarrar, se asomo al hoyo, no había nada, se regreso y guardo todo. Días después se entero que las personas que habían abandonado las herramientas eran buscadores de tesoros.
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