By Alberto Jiménez Ávila
Alan Brito Delgado, estudiaba la
universidad y según sus propias palabras quería ser uno de los mejores
profesionistas una vez que terminara la carrera. Por eso cuando platicaba con
su amiga y compañera Lucy, le detallaba sus estrategias a seguir para lograr su
objetivo, uno de ellos y probablemente el único era estudiar mucho y sacar
buenas calificaciones, porque según él, con eso era suficiente, ya que había
escuchado decir a algunos de los profesores que para tener éxito “allá afuera”,
era necesario tener buenas calificaciones, porque las empresas eso es lo que
buscan.
Pero Lucy, no pensaba lo mismo,
le decía que las calificaciones eran
importantes pero no era suficiente –aquí solo nos enseñan la teoría, pero
también es necesaria la práctica, sin ella, es como si no supieras nada, porque
a donde quiera que vayamos a buscar trabajo siempre nos preguntaran si tenemos
experiencia, y si no la tenemos, no nos van a contratar.
Pero Alan no le hacía caso,
seguía pensando que la práctica no era tan importante, creía que con sus buenas
calificaciones sería suficiente para que alguien lo contratara, por eso no
buscaba donde practicar y ni le preocupaba eso, en cambio su amiga, que si
creía lo contrario, empezó a buscar un despacho donde le dieran la oportunidad
de poner en práctica todo lo que ya sabía en teoría.
Estudiaban contaduría y había
maestros que en verdad se esmeraban por enseñarles lo que sabían, y esos
maestros eran los que les aconsejaban que si tenían tiempo, buscaran un
despacho donde practicar y empezar a foguearse – porque si no practican, al
salir de la universidad, en ningún lugar los contrataran porque no sabrán lo
que en verdad se ve en la vida real, a donde ir a hacer los diferentes
tramites, qué hacer ante algún problema, en fin todo eso que aquí no se les
enseña, y que solo se ve cuando uno está trabajando.
Con esos consejos en mente, Lucy, busco inmediatamente un despacho
donde practicar, tenía ganas de aprender y no le importaban los sacrificios que
tuviera que hacer con tal de lograrlo, algunas amigas que ya practicaban y
estaban en los últimos semestres de la carrera, le comentaban todo lo que ellas
hacían en el despacho en donde estaban, y le decían que todo era muy diferente
a lo que se veía en la universidad. – hay muchas cosas que en la escuela no te
enseñan, la practica te da confianza, le decían.
En el primer despacho en donde
estuvo practicando, no le fue muy bien, los contadores la veían muy “verde”, no
creían que tuviera la capacidad suficiente como para ponerla a hacer tareas de
mucha importancia, por eso solo le encargaban que ayudara a los demás a hacer
lo que ellos le pedían, como: Archivar documentos, ir por los refrescos, ir a
comprar papelería, o tomar recado y contestar el teléfono, por eso al pasar
tres meses renuncio, porque no veía ningún avance y estaba perdiendo su tiempo.
Así anduvo en diferentes despacho
hasta que llego a uno en donde aparentemente si le dieron la oportunidad de
aprender, el contador le enseño desde el primer día a calcular los impuestos de
sus clientes, así mismo también le enseño lo que se tiene que hacer cuando se
abre un negocio, entre algunos otros trámites. Eso la puso feliz, al fin estaba
aprendiendo lo que quería, ver lo que se hace en la vida laboral como
profesionista.
En ese tiempo cuando Lucy estaba disfrutando de los conocimientos
adquiridos en el despacho, su amigo Alan Brito Delgado, también estaba
practicando en un despacho, según se decía estaba en un despacho propiedad de
uno de los mejores contadores, el contador era también profesor en la facultad
en donde estudiaban y todos sabían que era uno de los mejores, no porque él lo
dijera, sino porque los mismos maestros lo decían. Se comentaba que a sus
auxiliares, les exigía mucho, los ponía a estudiar las diferentes leyes
tributarias y les encargaba asuntos como si fueran todos unos expertos, por eso
muchos lo pensaban antes de llegar a su despacho a pedir una oportunidad. Pero al
final siempre se lo agradecían por los
conocimientos adquiridos en su despacho.
Tiempo después cuando Lucy lo
supo, se alegró por su amigo, mientras ella estaba triste y comentando que se
iba a salir del despacho en donde estaba, al preguntarle porque se saldría si
había dicho que le enseñaban lo que ella quería aprender, comento que su
contador era un tranza, y que ella no quería aprender eso, a sus clientes los
hacia tonto, diciéndoles que pagarían impuestos cuando no era verdad,
falsificaba los pagos de otros contribuyentes que si pagaban y los hacia pasar
como si fueran del contribuyente que tranzaba, y lo peor de todo era que Lucy
lo sabía y a ella la mandaban a traer el dinero.
Cuando Alan escucho que su amiga
se saldría del despacho en el que estaba practicando, él también le dijo que ya
no seguiría en el despacho del profesor – ¿pero porque te vas a salir Alan?
¿Acaso no te enseñan nada en el despacho?, ya quisiera yo estar en un despacho
como ese para aprender todo lo que ahí te enseñan, le dijo Lucy. Alan Brito Delgado,
le dijo que el profesor estaba loco, -es un abusivo, se aprovecha de las
necesidades de los que quieren aprender, dijo.
-Cuando fui a pedir la
oportunidad de estar en su despacho, me pregunto si en verdad tenía ganas de
aprender, le conteste que sí, entonces me cito un día sábado.
-Al llegar a su oficina, estaba
sentado frente a un escritorio, en el
cual había una pila de carpetas, y me dijo. A partir de hoy este es tu escritorio
y estos son tus clientes, serán tu responsabilidad, haz de cuenta que son tus
clientes, a los cuales tendrás que visitar para ver que se les ofrece, yo te
los voy a presentar, para que sepan que a partir de ahora, tu iras a traer la documentación
cada mes, así como también les calcularas sus diferentes impuestos, y te
encargaras de que los paguen a tiempo para que las autoridades no se los
requieran y no paguen multas. Cuando tengas una duda o no sepas que hacer
puedes consultarme cuantas veces lo necesites, pero haz de cuenta que estos
cliente son tuyos, no míos, por lo tanto debes estar siempre al pendiente de
que sus asuntos estén en orden., en total son doce clientes y todo lo que
necesites para hacer tu trabajo aquí en la oficina lo puedes encontrar.
-Con respecto a tu sueldo, te
daré mensualmente para tus pasajes diarios para venir al despacho, así como tus
viáticos cuando salgas a hacer algún trámite de los clientes.
Lucy le dijo que estaba muy bien lo que le habían
propuesto, -como me gustaría encontrarme un despacho en donde me den esa
oportunidad de hacerme cargo de algunos clientes, para así saber todo lo que se
hace cuando se lleva la contabilidad de los negocios, y así perder el miedo de
llevarle la contabilidad a las personas o negocios que me lo pidan, porque si
en este momento me piden que les lleve la contabilidad, me dará miedo de
aceptar, porque hay muchas cosas que desconozco y no sabría qué hacer ante
algún problema. – No te salgas, no seas tonto, le dijo Lucy.
Pero Alan dijo. _Ese contador
está loco, quiere que yo haga todo el trabajo, pero él es el que cobra los
honorarios, por eso ya me voy a salir, que se busque a otro menso a quien le
pueda ver la cara y lo explote, porque yo no se lo voy a permitir, que
agradezca que le aguante tres meses.
Lucy ya no dijo nada, pero en el fondo estaba
deseando que esa oportunidad que estaba dejando ir su amigo, se le presentara a
ella. Pero desafortunadamente a si son las cosas en la vida, lo que unos ven
como una oportunidad, otros lo ven como una desgracia. Lucy buscaba un despacho
en donde aprender y prepararse para el mundo laboral y profesional pero no lo
encontraba, mientras su amigo que no le importaba el futuro, creía que la
oportunidad que le habían dado, era para aprovecharse de él, y no él de los conocimientos que el profesor
le podía compartir.
Cuando uno no tiene metas o
planes, las oportunidades no significan nada, Y solo se les da su verdadero
valor cuando las vemos como una vía para mejorar nuestra situación actual, pero
mientras eso no suceda, nos quejaremos de que estas no llegan a nuestra vida,
pero si a la de los demás.