By Alberto Jiménez Ávila
He escuchado a las personas decir
que la gente es mala, pero no creo que siempre sea así, algunas veces somos nosotros
los malos y la gente que nos rodea son el reflejo de lo que nosotros mismo
somos, lo he comprobado y lo he vivido en carne propia, la gente buena
acostumbra rodearse de gente buena, la
mala, también hace lo mismo, porque cada quien busca a su par. Los drogadictos
acostumbran juntarse con los drogadictos, los alcohólicos solo con alcohólicos,
los rateros con los rateros, los asesinos con asesinos y los amargados y
resentidos con amargados, y la gente feliz con los que son felices porque solo
con ellos se sienten bien, y tienen tema para conversar porque tienen los
mismos intereses y siempre platicaran de lo que mas les interesa.
El ser humano por naturaleza
busca compañía para no sentirse solo, así ha sido siempre desde que Dios creo
al primer hombre, pero a veces nos equivocamos al escoger a nuestras amistades,
en ves de escoger a nuestro par, escogemos a personas que no tienen los mismos
sentimientos e intereses que nosotros, y
es entonces que nos va mal en la vida. Otras veces creemos ingenuamente que
aquellas personas que nosotros queremos y estimamos, nos quieren de la misma
manera como nosotros los queremos a ellos, y no siempre es así.
“Dime con quien andas y te diré
quien eres”
Para que en la vida nos vaya
mejor, es muy importante saber con quien debemos juntarnos y con quien no,
porque de eso dependerá mucho que la vida nos sonría y seamos felices. La gente
buena nos enseña cosas buenas, las malas solo cosas malas y los demás siempre creerán
que somos iguales que las personas con las que nos ven, y a veces por inercia
actuamos como nuestros amigos y otras veces convencidos de que eso es lo
correcto, aunque sea malo, y los que nos rodean nos trataran de la misma manera
como nosotros nos comportemos con ellos.
Por eso cuando alguien nos trate mal, no debemos actuar de la
misma manera contra ellos, primero preguntémonos como estamos actuando ante
ellos, porque dependiendo de como actuemos ante los demás, será como nos
traten, si actuamos déspotas, los demás se pondrán a la defensiva, pero si
somos amables, la gente por muy mala que
sea se quedara sin argumentos o motivos para agredirnos o tratarnos mal, pero
si la agresión persiste, lo mejor es alejarse de ellas y no contestar la agresión
y tampoco discutir con ellos, porque nunca les ganaremos, ellos están convencidos
de que todo el mundo esta en su contra, por lo tanto no tienen motivo para ser
amables con los demás y están resentidos, no solo con los que lo rodean, sino
con todo el mundo.
Es muy fácil saber cuando una
persona no es feliz, y además de estar amargada, resentida y en contra de todos
los que son felices. Son aquellas personas que cuando te los encuentras, lo
primero que te dicen, no saber porque hay tanta gente mala en el mundo, te
cuenta todas las bondades y buenas obras que ella o él ha hecho por los demás,
sin recibir ni siquiera las gracias, y durante toda la conversación no para de hablar
mal de la gente que conoce y hasta de los que no conoce, que llega un momento
que te pone de malas nada más de oírlas.
En lo personal he aprendido que
ese tipo de personas están enfermas del alma, les hace falta amor y por eso no
saben amar a su próximo, porque en verdad, nadie puede dar lo que no tiene, y
esas personas carecen de felicidad y amor, que hasta la sonrisa de los demás les
molesta y lo toman como una agresión hacia ellos, así me ha pasado y por eso me
consta.
En una ocasión cuando estudiaba la secundaria, tenia ganas de salir de vacaciones y conocer el mundo, pero mis recursos
monetarios no me alcanzaban ni para salir al siguiente pueblo, por tal motivo
me fui de ayudante de unos vendedores de mercancías en abono de casa en casa a
la pequeña ciudad de Cacahuatepec Oaxaca, me habían contado los que conocían el
lugar, que estaba muy bonito y que en verdad disfrutaría conocerla, por eso sin
pensarlo mucho me fui con los vendedores.
Cuando llegamos a Cacahuatepec,
nos fuimos directamente a la casa donde nos hospedaríamos, porque en ese
entonces no había hoteles, solo casas de huéspedes o casas particulares que se
rentaban a las personas que lo solicitaran y siempre y cuando los dueños no
sospecharan que eras persona mala o “non grata” como se me califico dos días después.
La dueña de la casa donde nos
hospedamos, era una persona que en lo particular me pareció amable aunque muy
seria conmigo, porque con los dos señores con los que iba era diferente, aunque
no le di importancia a eso, era muy
delgada, que ahora que lo pienso bien tal ves sufría de anorexia o anemia, era
viuda y vivía sola, porque sus hijos ya se habían casado y Vivian en Pinotepa, además
del hospedaje nos daba dos comidas diarias.
El mismo día que llegamos, después
de descargar la camioneta en donde llevábamos las mercancías, salimos a recorrer
el lugar ofreciendo lo que llevábamos casa por casa, yo estaba feliz, andaba en
un lugar que me parecía bonito y estaríamos ocho días. Todos los días salíamos a
vender muy temprano, a las ocho de la
mañana ya estábamos saliendo a vender, y al medio día regresábamos a la casa para comer y descansar un poco, pero mientras descansábamos
los señores jugaban a las cartas mientras yo veía y me reía de sus conversaciones
y chistes que contaban, en verdad estaba contento, no tenia motivos para no
estarlo y por eso me reía casi de todo
como suelo hacerlo aun hoy en día.
Pero dos días después mi alegría se
volvió preocupación y tristeza, la señora me quería correr de su casa, no me lo
dijo directamente, se lo comento a los señores y me preocupe. Pregunte cual era
la razón por lo que no me quería en su casa y me contaron lo que ella les dijo.
Le molestaba mi sonrisa, para ella no era normal que siempre sonriera, y solo había
un motivo de mi risa, cada vez que me reía no lo hacia por los chistes de los
señores, me reía de ella, según sus propias conclusiones, y fue tajante,
-o deja de reírse o se larga de
mi casa, porque no permito que nadie se burle de mi.
No me quedo de otra, más que
reprimir mi alegría, no tenia permitido ni siquiera sonreír, la orden era precisa
y clara,
- si quiere seguir aquí, tiene
que dejar de sonreír porque eso me molesta.
Tenia que obedecerla, porque no
me quedaba de otra, cuando estábamos en la casa, comíamos en el corredor y
mientras lo hacíamos, ella como soldado se quedaba parada en el marco de la
puerta y no me quitaba la mirada, en verdad se le notaban las ganas perversa de
atraparme con una leve sonrisa para darse el gusto de correrme de su casa, pero
no lo logro, me di cuenta que ella estaba amargada y que no dejaría que su
amargura me perjudicara.
En esa ocasión aprendí que cuando
uno esta de buenas, hasta las mentadas de madre las toma como piropos, y cuando
no, hasta los piropos o las sonrisas son como las peores ofensas que una
persona le puede hacer a los demás, la señora le molestaba mi sonrisa y mi alegría,
para ella que estaba amargada, eso no era normal, era una persona egoísta por
su misma condición o situación en la que se encontraba, ¿si ella no era feliz,
por que los demás lo serian? Por eso todo lo que fuera alegría le molestaba, no
le guarde rencor ni entonces ni ahora, solo me causo temor y preocupación.
Así he conocido muchas personas
pero trato de no tener amistad con ellas, siempre los evito para que no me
contagien su infelicidad, me da temor ser una persona igual que ellos, siempre
he pensado que si estoy en una mala situación, sin importar cual sea esta, los que
me rodean no tienen la culpa, y si alguien la tiene, solo a esa persona tengo
que reprochárselo y hacerle sentir mi malestar, pero no a los demás que nada tienen
que ver con mi situación, porque cuando uno lo hace, lo único que logras es
que las personas que en verdad te quieren, también se vallan de tu vida y te
dejen solo.
He aprendido también, que para
tener buenos amigos, no debemos dejar que ellos nos escojan, sino que nosotros debemos
hacerlo, solo aquellos que son buenos debemos tener como amigos, y a los que no,
simplemente alejarse de ellos sin necesidad de dar explicaciones, porque no lo entenderán
y solo perderás tu tiempo. Las buenas personas no te dirán que son buenas, pero
en cambio las malas, es lo primero que te dicen cuando se presentan contigo, te
lo dicen con tanta pasión como tratando de convencerse así mismo de que lo que
dicen es verdad. Por eso lo mejor es no preguntar, solo conversar, porque
cuando uno platica, dice mucho de si mismo, que si te lo preguntan directamente
nunca lo dirás, solo hay que poner atención
a la conversación y las respuestas te llegaran.