viernes, 30 de octubre de 2009

TAMBIÉN LOS ANIMALES SE ENAMORAN, (BORREGO)

By Alberto Jiménez Ávila
Cuando era niño deseaba tener una mascota, y cierto día mi padre llego a casa con un pequeño cachorro, era un perro, mis hermanos y yo estábamos felices, por fin teníamos una mascota y creímos que seria un perro grande como lo habíamos imaginado, lamentablemente pasaban los meses y este no crecía, por lo tanto lo tuvimos que bautizar con el nombre de Chiquilín, efectivamente este no tuvo un tamaño mas grande que la de un gato, pero en fin, eso no importaba ya que al final de cuenta teníamos a nuestra mascota y éramos felices con él. Posteriormente no se que fue lo que paso con nuestra mascota, lo único que recuerdo es que un día desapareció de nuestras vidas y ese fue el fin de su historia.

Durante un año no tuvimos mascota, pero una vez mas mi padre llego a casa con un nuevo cachorrito, y esta vez era un perro blanco, era peludo y pachoncito que hasta parecía ser un perro de peluche, éramos felices jugando con él, porque era muy juguetón, hasta parecía que nos entendía todo, pasaron los meses y fue creciendo, tenia unos ojos blanco como su pelo, y unas orejas como de borrego y fue por eso que le pusimos por nombre Borrego, un perro muy inteligente, pero sobre todo obediente.

Si con nuestra primera mascota fuimos felices, con Borrego lo fuimos mucho mas y creímos que nuestra felicidad seria para siempre, nos acompañaba adonde fuéramos y si había algún peligro siempre nos defendía, en fin, estábamos convencidos mis hermanos y yo, que nuestro perro no era un animal como los demás, sino mas bien, este era la reencarnación de un ser humano y por eso lo queríamos mucho.

Lo cuidábamos como un miembro mas de la familia, porque en realidad, cuando quieres algo o a alguien, aunque no sea de la familia lo cuidas como si lo fuera y te preocupas por él, por eso para mis hermanos y yo, el cuidar a Borrego no era una obligación, era un placer hacerlo. Lo bañábamos, lo peinábamos y el se dejaba sin hacer ningún intento por huir para que no lo tocáramos.

Cuando jugábamos con él, a pesar de que a veces nos pasábamos de la raya, él nunca intento mordernos, en ves de hacer eso, simplemente se alejaba de nosotros, no obstante de ser un perro grande, mas que perro parecía un Lobo, los vecinos decían que en realidad no era un perro, que nuestra mascota era un lobo, pero en fin, fuera perro o lobo nos daba igual, era nuestra mascota y eso era lo único que nos importaba.

Cuando nuestros padres nos dejaban solos en la casa, y como éramos pequeños, nuestra mascota no dejaba que ningún extraño se acercara a la misma, y como tenia apariencia de ser un lobo, y además de ser un perro grande, nadie osaba enfrentarlo, esas eran las únicas veces en que mostraba su agresividad, porque cuando mis padres se encontraban en casa, realmente nunca le ladraba a nadie.

Pero nuestra felicidad no fue para siempre como nosotros creíamos, un día llego la desgracia a nuestra casa, y esta llego disfrazada de amor. Nuestro perro a pesar de ser un perro ya crecido, no había mostrado interés de querer aparearse con ninguna perra, y nosotros por ser niños realmente no nos habíamos dado cuenta de eso, y creíamos que nuestro perro no era como nosotros los seres humanos que nos enamoramos.

Un día mi padre salió de cacería, y ojala nunca lo hubiera hecho, porque fue ahí donde se inicio nuestra desgracia, en esa cacería nuestro perro conoció el amor de su vida, una perra desnutrida, flaca y sin ningún atractivo aparente, al menos para nosotros, pero para Borrego ella era la perra mas hermosa del universo canino, y por eso se enamoro de ella.

El dueño de la perra, no vivía cerca de nuestra casa, vivía aproximadamente como a unos cinco kilómetros en el campo, era un hombre que vivía solo, cuidando a su animales y su cosecha, no era un ser humano que acostumbrara cuidar bien a los animales, ya que por la apariencia de la perra se veía que casi no la alimentaba, y era triste ver la apariencia de ese pobre animal.

Borrego empezó a desaparecer de nuestra casa, al principio no lo notamos porque desaparecía únicamente en las noches, y en la mañana antes de que nosotros despertáramos él ya estaba de regreso, como hacen todos los enamorados cuando tienen un amor prohibido, para evitar represalias prefieren mantenerlo en secreto.

Al paso de las semanas Borrego empezó a llegar un poco tarde a la casa y cada día mas y mas tarde, si al principio llegaba a las seis para que no nos enteráramos de sus aventuras nocturnas, después llegaba una vez que ya estábamos levantados, y creíamos que andaba por ahí cerca de la casa, pero después llegaba pasado el medio día y fue ahí donde empezamos a sospechar que algo andaba mal.

Nuestro perro empezó a adelgazar a pesar de que según nosotros le dábamos de comer, además de que siempre llegaba sucio y maloliente, hasta que un día descubrimos lo que estaba sucediendo, le servimos su comida y lo dejamos solo un momento y desapareció, lo buscamos, y un vecino nos dijo que llevaba la comida en el hocico e iba camino al campo. Fuimos siguiendo su rastro y este nos llevo a la casa del señor dueño de la perra.

El señor nos dijo que efectivamente ahí estaba nuestro perro, pero que el no lo tenia amarrado, a quien tenia amarrada era a su perra, nos dijo que el perro empezó a llegar en las noches a verla, y que después de estar un rato con ella se regresaba, y como el acostumbraba a mantener a su perra amarrada, lo mas seguro que era por eso que nuestro perro iba verla a ella en las noches y no ella a él, además nos confeso el señor que su perra estaba preñada y apunto de dar a luz.

Nos llevamos a nuestro perro y creímos que eso seria todo, pero no fue así, a partir de entonces tratamos de mantener vigilado a Borrego, pero cada vez que nos descuidábamos, él se escapaba y al ver que siempre lo vigilábamos, se molestaba, dejo de ser bueno con nosotros, se molestaba por todo y con todos, dejo de jugar con nosotros, y ya no quiso que lo bañáramos, hasta que un día se fue para siempre.

Como ya sabíamos donde encontrarlo, fuimos a verlo para ver si aun se regresaba con nosotros, pero esta vez todo fue diferente, cuando nos vio nos gruño y nos ladro, como diciendo váyanse, déjenme en paz, parecía que no nos conocía, como si nunca nos hubiera conocido, fue triste para nosotros, le rogamos al señor que nos regresara a nuestro perro, pero el tampoco podía hacer nada, porque cuando intento agarrarlo no le ladro, pero si huyo hacia el monte para evitar ser atrapado.

Nos fuimos muy triste de ahí, y posteriormente mi padre fue por él, y para evitar que se regresara lo tuvimos que amarrar, pero ya no fue igual, porque ya no quiso comer y en las noches se la pasaba aullando, como cuando uno llora de tristeza, y se nos partía el alma el oírlo aullar, y fue por eso que decidimos soltarlo para que se fuera con su amada.

Cuando nacieron los hijos de Borrego, el dueño de la perra nos dijo que si queríamos un cachorrito que fuéramos por él, pero nos sentíamos dolido de lo que habíamos pasado, que decidimos no volver a tener mas un perro como mascota, y que si algún día volvíamos a tener un perro, no nos encariñaríamos tanto con él para evitar sufrir una vez mas.

Fue triste, aun lo recuerdo como si fuera ayer, nunca mas volvimos a tener un perro como Borrego, juguetón, inteligente y bondadoso, es mas, que yo recuerde creo que nunca mas volvimos atener mascota mientras fuimos niños.

Borrego se enamoro y por amor abandono el bienestar que tenia con nosotros, porque después de que lo dejamos ir de la casa, aun recuerdo su imagen, a veces llegaba a la casa buscando de comer, se notaba en su rostro que no le iba bien, se veía flaco, ojeroso y cansado, nos daba lastima verlo así, y recuerdo que teníamos esperanzas de que se quedara con nosotros, y por eso lo tratábamos bien, le dábamos abundante comida para que se quedara, pero el era fiel a su amor y siempre después de comer se regresaba.

Tiempo después dejo de ir a visitarnos, y por boca de su nuevo dueño supimos que había muerto, me imagino que de hambre, nos pusimos triste al saber la mala noticia, y nunca conocimos a sus hijos, ya que no fuimos a visitar a sus cachorritos, porque estábamos dolido  que nos hubiera abandonado por una perra, en ese entonces por ser unos niños no lo entendíamos, pero ahora me doy cuenta que también los animales se enamoran, y en contra del amor no se puede hacer nada.

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